Semblanza


La Colección El Jardín Eterno se inspira en el poder transformador de la acogida del jardín. Los pájaros van y vienen, los colores y patrones resuenan entre las hojas, las flores dan frutos y las plantas marchitan y vuelven a la tierra, nutriendo el suelo para que surja nueva vida. En medio de este ritmo eterno, el espíritu humano encuentra su equilibrio. Es simultáneamente enraizado y liberado, quizás porque, en un instante, se siente irrefutablemente vivo y parte de algo más grande que la vida misma.


Estas obras son una respuesta a los elementos inmersivos del jardín, encarnando observaciones personales y momentos de introspección. Los pájaros simbolizan la paz, mientras que su estética de origami evoca las cualidades meditativas y transformativas de la naturaleza. Las pinturas son una oda a la energía mántrica; su repetición despierta la magia del momento presente. La bailarina de bronce, bailando en su campo de mármol verde, habla del rejuvenecimiento del espíritu humano. Las flores de resina responden a la dualidad entre lo efímero y lo eterno inherente en la naturaleza. Aunque a primera vista representan la vida transitoria, su estado aparentemente petrificado revela un intento paradójico de capturar su existencia pasajera. Sin embargo, es en esta búsqueda de convertirse en algo que viva más tiempo que el espíritu humano que acogen su propio potencial para envejecer, madurar y quizás incluso dejar de existir. De esta manera, el proceso artístico confirma, una vez más, que el ciclo eterno de la vida y la muerte es inevitable. 


 

 

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